Hola, hola.
De vuelta por acá
Los últimos meses del año nos hacen volver a la memoria para, espero, celebrar lo bueno y aprender de lo no tan bueno.
Y si tuviese que hablar del mayor aprendizaje del año, sería el siguiente:
Esperar.
Esperar tener total claridad para avanzar.
Esperar tanto para conversar con un mentor.
Esperar que todo estuviese listo para empezar a comunicar.
Lo curioso, es que cuando se trata de ser yo el que está del otro lado, ser yo el profesional consultado, cuando las personas vienen a mí con estas preguntas, las respuestas me parecen evidentes.
Pero ciertamente, creo que es algo de lo que todos pecamos.
En casa de herrero...
Y, claro, estos “aprendizajes” han tenido un costo en mi negocio.
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Lo más gracioso es que aún no tengo total claridad ni todo está “listo para empezar a comunicar”. Y el consejo de mi mentor: hay que accionar para validar.
¿Cómo podría llevarle la contraria?
La claridad se gana a medida que damos un paso frente a otro.
El gran problema es que nuestro locusdecontrolperfeccionistainterno no quiere dejar escapar nada. Quiere tener todo listo para cada imprevisto.
¿Hola? ¿En serio entiendes el significado de imprevisto?
Esto me hace pensar en un momento de mi vida que amé con locura y que siempre cuento: cuando viví un año como mochilero. Aquel viaje ha sido desde entonces la experiencia de mayor aprendizaje en mi vida.
Durante ese año renuncié por completo al control. Decidí fluir. Sí, sí, suena bastante hippy el concepto, pero para mí era más que eso, era un acto de coraje, de valentía. Porque seamos honestos, ¿cuánta confianza debes tener para dejarte fluir?
¿Mi secreto?
En realidad no tenía confianza. Estaba trabajando en ella.
En mi vida había viajado haciendo dedo, pasado las noches en una carpa, hablado con extraños en la calle, elegido un destino sin Googlearlo, dormido en casas de desconocidos...
Por eso el camino siempre es el mismo: no puedes esperar a que todo esté listo para dar el paso, más bien das un paso, te caes, te levantas, aprendes, vuelves a caer, vuelves a levantarte, aprendes un poco más, y así cuantas veces sean las necesarias.
¿Incómodo?
Sí.
A quién vamos a engañar.
Pero hay que ser adultos. Aceptar la incomodidad como una amiga que nos va a acompañar todos los días mientras decidamos seguir apostando por nosotros.
Así que no olvides:
Tú, y tu marca crecen, en la medida que desafíen sus propios límites.
Nos encontramos en una próxima edición.
Al Delascio
Especialista en Identidad Verbal y Diferenciación de Marca.
PD. Si has decidido dejar de esperar:
Te garantizo que el camino será incómodo, pero valdrá la pena.
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